A la mitad del día normalmente yo duermo. Si hiciéramos una modificación a mi forma de vida, podríamos estar hablando de que un lugar como Hawaii podría adaptarse totalmente a mis horas de sueño.
Terminé por economizar todos mis gastos y entre estos incluí severos gastos de intelecto y de saliva. Hoy nada me parece que valga la pena y llevo varios días así. Pasé un día entero sin decir una sola palabra y la educación propia de mi curiosidad ha dejado de realizar preguntas. Y no es soberbia ni mi tradicional arrogancia, sino que de un tiempo para acá ya es un día igual al anterior. Ya me los sé.
Buscar una anomalía en todo esto sería como tratar de encontrar en la arena un grano de sal. Identificarlo, así como su eventual asimilación, podrá tratarse de un evento fuera de toda relevancia. Ya para qué. Si ya ni la pena hace que valga, entonces podríamos anotar otro fracaso y una rayita más en el conteo diario de dejar pasar tu vida, frente a ti, sentado viendo una computadora con gente que por más que parezca, hoy ya no existe.
Del otro lado 7
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Edgar no quería ser como su papá que la mayor parte del día y de la noche
se la pasaba en la calle, apostando en el frontón y los billares o
financiando ...
Hace 9 años
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