Muérete de nada

La verdad cuento con un poco de información. Lo que pasa por la tele y lo que leo en los periódicos me motivan a escribir de este virus que azota a la humanidad. El virus antiguamente conocido como "influenza porcina" (ahora "influenza humana") nos atrapó. De pronto desperté y era todo esto una pandemia. Una pandemia de miedo, a decir verdad.

Los datos estimados por la OMS habla de sólo 7 muertos en México a causa del virus. Se han tratado cientos de hospitalizados entre los cuales sólo 13 presentaban síntomas genuinos de infección viral, sólo 13 de cientos, que por cierto salieron con vida. Hablamos entonces de un número ciertamente reducido y una actividad viral bastante controlada. Podemos decir, incluso, que diariamente se infectan 5 personas o hasta 10. La cifra, gracias a esta postura mediática y una campaña que hará millonarios a los vendedores de cubrebocas, va en depresión.

Yo sugería que lo mejor para evitar el contagio sería conseguir más bien cubreorejas, tapaoídos o simplemente hacer un poco de menos ruido. No es el fin del mundo y está muy lejos de convertirse en una epidemia que colapse con la vida humana. La verdad es que como mexicano me da un poco de pena esta sensación de miedo colectivo que nos detuvo y que al parecer ya no nos deja salir de nuestras casas. Me gusta mucho la actitud de prevención que se ha tomado y que esto ha originado en un aparente control de la enfermedad. Los países del globo han externado su ayuda y es cuando siento que empezamos a actuar como ciudadanos del mundo.

La verdad es que lo que mata no es el virus sino el miedo. Yo no entiendo de dónde sacan tanto pancho para una enfermedad que, si bien es mortal, es tratable y curable. Digamos que el sida se propaga con mayor velocidad y nadie hace nada, el hambre parece consumirnos también, sin mencionar los cientos que mueren a causa de la violencia y las armas. El mundo se va a terminar, se los garantizo. Pero no moriremos por una bacteria porcina.

Hay quienes hablan de un complot contra el G20, pero lo cierto es que el virus existe y ha sido controlado... aunque la verdad será mejor dejarles de creer y ponerse a investigar en lugar de ponerse a hacer pinches quiz ñoños en facebook.

H1N1 art

es su oportunidad de hacerse millonario!

El ingeniero

I.

¿Qué voy a hacer, hijo? Dime, ¿qué voy a hacer?

La situación deliraba entre lo risible y lo ridículo. Un padre, en apariencia cincuentón, que le pide un consejo a su hijo. Me lo había pedido en muchas ocasiones, ciertamente uno debe socorrer sin cuestionar. Pero eran otras ocasiones se trataba de decidir un color, una idea, una ventaja. Esta vez se trataba de algo un poco más profundo.

Después de 31 años de feliz matrimonio, mi mamá decidió dejar a mi papá. Acá, según cuentan, los más afectados son los hijos. Pero esta vez mis hermanos y yo teníamos muchas más cosas en qué ocuparnos. Así que era un buen motivo para tomarse en serio el llamado de auxilio de mi papá. Ahora me había dejado de ver a los ojos para buscar el consuelo en el suelo, por enésima vez. Enésima persona en hacerlo, también.

Lo pensaba mucho tiempo y abandoné la idea de aconsejarlo. Nunca he estado casado. Después de todo se trataba de mi papá y no quería darle esas ideas absurdas que suelo usar por consejo. Era mi papá, el increíble ingeniero que había construido él solo, y otra cuadrilla de 40 sujetos invasores de propiedad privada, el majestuoso puente de Calvacía. La verdad distaba de ser majestuoso pero lo hizo mi papá.

Un ingeniero incapaz de resolverse su vida. La teoría huyó de la práctica para refugiarse en el absurdo. Lo más irónico hubiera sido pedirle lo más sensato: que se las arreglara él solo.

Entonces encontré un montón de contradicciones en toda mi vida y así comenzó a tener un poco más de sentido. Descubrí voces impacientes que me invitaban a reírme de mí, de mi papá y retirarme avergonzado. Voces que olían a carreteras, al sonido sordo de un auto pasando y perderse en el horizonte. Soy libre y en eso consiste la vida. Al parecer un instinto me disuadía de estar en ese lugar. Era como un cazador descubriendo la interminable búsqueda de sí mismo.

Claro estará que no siempre fue así, y tampoco todo el tiempo. Cuando uno huye de sí, corre el riesgo de abandonarlo todo lo que lo constituye. Hay que ir ligero de equipaje, y siempre pasa que las cosas más trascendentes no pueden viajar. No hay paquetería que transporte memorias; no hay visa para el pasado. En cambio en éstas agencias de viaje, te garantizan que la nostalgia irá contigo a donde vayas. Casi para siempre.

Y ahora que lo recuerdo, lo del ingeniero incompetente bien podría ser un chiste. Muy bueno, por cierto. Casi no pongo empeño en insistirlo. Pero en sí es una broma, causal, irónica y cruel. Aunque siempre podría ser peor, pudiste ser un cardiólogo y tener justamente el mismo problema.

La persona más extraña del mundo.

De todas las cosas que me dicen de mi, la que más me causa extrañeza es la que va más o menos así:

"Eres bien raro."

Es que si no sabes qué pedo, diría que me estás dando el avión: "Órale, qué interesante". ¿Qué pedo? Sí, así es con éste wey. Si no te la sabes podrías caer muy mal.

¿Pues quién los entiende?

Tu ex-Indiana Jones

Van diez noches seguidas que despierto empapado en el frío de cuando no estás. Bastante peculiar ahora que te vuelvo a ver pasar de la cocina hacia donde tampoco estoy. De lejos, con mis amigos reunidos, te hablo y te pido un beso.

Ahora que te veo esperándome otra vez de otra vez que llegué tarde. Justificando retrasos, nunca te mentí. Recuerda que ser puntual es llegar a la hora acordada. Ahora que te veo siempre esperándome.

Yo estoy en un lugar al que ya no termina por hacerme feliz. Es que se cansó de mí, de verme hacer dibujos con el aire. Yo también estoy más cansado.

Estoy escribiendo de madrugada los versos que contigo rimaban. Otra vez el silencio, los árboles, los caminos, el humo y el regreso... hoy veo la sonrisa más falsa de la realidad, la ficción de los hombres. ¿Qué esperas? Soy inocente y todavía creo. Creo en mí, no como deidad sino como único responsable de mi propio destino. Y en ti. La verdad tengo mucha fe en que un día todo cambie, una posibilidad existe de que amanezcas conmigo y los cañones se oxiden.

Las personas no tienen todas sus esperanzas puestas en ti... es duro pero así es, ni pez. Yo, en cambio, tengo mi esperanza puesta en todos. Y mientras esto no termine, no podemos decir que fallamos.