Hoy me he puesto a repasar el montón de historias en el que no estás más presente y me di cuenta que puede la vida seguir pasando y el mundo seguir girando aún sin ti (y lo digo con todo el dolor de mi corazón, me equivoqué). Hoy me detuve un segundo antes de patear una pelota y pensé en un último momento que valiera la pena. Pues todos.
No ostento ningún título y mi edad con trabajos alcanza para joven, por mucho que ya me digan 'Don' por lo de las canas o 'Señor' cuando por etiqueta en algún restorán me señala con la mirada algún camarero. Entonces río profundamente por dentro, tomo un respiro y vuelvo aquí. Yo no hablo de lo que soy y procuro, en tu puta cara, hablarte de lo que he hecho. Que si bien no es mucho, puede decir un poco más de lo que tú no has intentado hacer. ¿Arrogante?, sí. Pero eso no es nada, sigue...
Pasan días enteros en los que el sol no sale todavía y yo sigo pensando en qué es lo que soy. Finalmente ha pasado tanto tiempo que olvidé preguntarme cómo me llamaba, olvidé lo más importante. Y trato de darle vueltas a la escena, algún chispazo o algún evento que me dirija directamente a tu sonrisa que mataba y tu nombre... no, y no voy a perder más tiempo. Así que me has dicho a quemarropa que te gusta lo que soy y yo a mi vez te lo he dicho también, como si una máquina se viera ciclada en un momento de incertidumbre.
-Gracias, (y aquí dije tu nombre, lo juro).
-Digo lo que veo y lo que veo me gusta.
Y hoy, como nunca, me han dejado callado. Al carajo la falsa modestia, ¿para qué? Lo has dicho todo.
Del otro lado 7
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Edgar no quería ser como su papá que la mayor parte del día y de la noche
se la pasaba en la calle, apostando en el frontón y los billares o
financiando ...
Hace 9 años
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