Está amaneciendo, diciembre está por llegar. Te escribo para saber cómo estás, para saber si sigues mejor y si aún piensas que lo mejor fue no conocernos.
Yo respeto siempre toda decisión, porque no me gusta las cejas arqueadas cuando me retracto.
Te vi pasar hoy caminando, te ves más guapa y esperabas a alguien. Lo supuse porque mirabas constantemente a tu reloj y mirabas cómo la calle vomitaba autos. Te juro que pensé en asistir, pero preferí verte esperarme y darte minutos para que me odiaras. De pronto te sentaste en unas escaleras y parecías llorar, nunca supe lo que me quisiste decir. Luego te vestí de desamparo y me fui. No te voy a pedir que me perdones porque probablemente lo hagas.
Te va a gustar esta ciudad. Se parece tanto a ti que disfruto recorrerte a pasos pausados. Disfruto tu silencio y tu manera de decir basta, de omitir lo que sabemos y de mantener el secreto. Hoy coincidimos en la distancia perimetral que existe, que es recíproca y siempre es la misma en ambos sentidos. Polos que no necesariamente tienen que ser opuestos, pero amo tu manera de mandarme a la chingada.
Del otro Lado 8
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Hace 7 años
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