Cuando el mar se aleja y la marea baja

Creo que lo que tiene Ismael Serrano es que de pronto cuando oyes alguna rola te das cuenta que es justo lo que tenías en mente y no podías decir o escribir. Esa identificación a la que tanto recurren los autores para que puedas hacer tuya una canción y como secundariana creer que la han escrito para ti.

Hace tres o cuatro días escribí una de esas cartas para las mujeres que ya no están, cuando uno se rinde y ya no ve caso seguir maldiciendo. Salió esto:

Cuando basas tus decisiones en la intuición, correrás con el gravísimo riesgo de equivocarte. Ya me ha pasado muchas veces porque a mí me cuesta mucho trabajo predecir los riesgos o las posibles consecuencias (casi nunca le atino). Si bien me tomo mucho tiempo para pensar las cosas, es tiempo de oquis o tiempo que generalmente pierdo, porque sabemos que aunque tengamos el control de la causa, las probabilidades y todo lo que tenga que ver con las variables del destino (lo que podría ser el principio de incertidumbre) casi nunca coinciden con lo que uno tenía en mente.

Lo que quería decir es que aunque me haya equivocado mil veces por hacerle caso a la vocecita de la intuición, no me arrepiento. nunca me voy a arrepentir, porque todos los días se aprende algo y los días felices son recuerdos que de otra forma nunca hubieran ocurrido.

La cosa es que hoy escucho una versión de una canción de Ismael que recién se ha convertido en una de mis favoritas y al principio dice esto.

Alguien dijo alguna vez que la mejor terapia para el olvido es el odio. Que si ella se va, se debe cuidar de nosotros porque le declararemos el odio y la guerra. Pero ¿sabes? al final suele pasar que el odio es bastante aburrido. Porque además no se lo cree nadie.

Quiero decir que a ella no le afecta que el taladro de nuestra mirada le traspase porque no se siente culpable. Normal. Así que al final uno decide olvidar y tirar para adelante. Seguir en el camino y en la búsqueda. Hacer repaso de lo que hemos andado y quedarnos con lo bueno y tirar lo malo.

Ella crecerá, yo espero que no mucho más, se casará y tendrá hijos. Será la mujer que todos quisieron. Y quizás yo también sea el hombre responsable que todos quieren, no lo sé. La ciudad seguirá imparable, frenética. Y nosotros perdidos en ella, buscando sabe qué. Lo que sea que será de nosotros, pasarán tantas y tantas cosas...