La vida, aunque sólo hablo por mí, se erige en decisiones tomadas a base de impulsos primarios. Yo rara vez me opongo a mis impulsos y rara vez me quedo con las ganas de algo, sólo cuando se trata de meter mano a las viejas y robar, una especie de civismo despotrica con mi conducta. Bueno, todo esto lo dije porque cuando algo se me antoja voy y lo tomo. Hay días en que mis impulsos me orientan a tomar decisiones estúpidas y hay días en que tengo la razón, cada vez más de lo segundo que de lo primero. Echando a perder se aprende.
Un día tuve un impulso de ir a comer. Esto podría resolver la duda de la persona esa que escribe en mi blog y pura risa y risa, no consumo drogas de ningún tipo, sólo las que me permito pero nunca por necesitar un levantón de ánimo. Fumo mota y el día que fui a 1200 me atasqué con mota y otras dos drogas, de diseño, que me hicieron catapultarme al primer sitio de la lista de los que en su primera rave se pusieron una buena loquera.
Cómo desvarío, casi siempre buscando excusarme aunque nadie me lo pida. Nota mental, deja de dar detalles, por el amor de dios. La cosa es que cuando me dio munchis el otro día, fui a las farmacias guadalajara a comprar cosas para desinfectarme una herida que el lunes me receté, voluntariamente aunque esto contradiga versiones acerca de una autoafección, pero les juro que no soy emo. Me puse un puto piercing y me veo bien guapo, ¿ya? Así que salí de las farmacias guadalajara con mi kit antiscéptico e hipoalergénico y se me atravesaron unos tacos que no pude perdonar.
Y bueno, al rato llegò una vieja y le dijo al taquero "sí me da dos de tripa para llevar y dos normales para aquí" Dos normales, vieja pendeja (pensé), se llaman de asada. Bueno, qué podía esperar de alguien que juró ante dios que la cerveza venía de los mantos "acueríferos". Chingado, yo comprándola y toda la vida ha sido gratis...