Estoy aquí otra vez. Merodeando la tristeza y desprovisto de lágrimas. Los tristes se identifican como adolecente y una credencial falsa. Se miran de lejos. A veces, en los trenes se suben todos a llorar. Nos damos consuelo aunque sea tan rápido como el tiempo que las puertas permanecen abiertas.
Otra vez me perdí. Antes solía llorar y señalar mis lágrimas como mi credencial. Mira, estoy triste. Aunque nunca he pretendido que se abuse de esta condición, pedir algo de clemencia en este mundo que se va al carajo sería muy egoísta. Por estos días escucho con mucha atención cómo cruje mi corazón. Está viejo y podrido.
Ahora nadie lo sabe y lo tengo que hacer evidente. No estoy ni he estado bien. Veo cómo se desgastan en halagos y me tratan como un héroe: gente que se congratula por conocerme, porque por fin sabe quién es ese sujeto del que hablan tanto. A mí no me mortifica en lo absoluto, puedo decir que por mí y para mi ego está muy bien, más de lo que alguien podría desear. Pero es falso, no hay algo en mí que sea merecedor de un reconocimiento. Intento con mucho esmero todos los días ser un poquito más mierda, pero parece que no puedo y que estoy confinado a ese contingente que ya no tiene nada que perder y que todos los días lo busca de nuevo. Pero cuando las cosas no salen bien una y otra vez, eventualmente la razón cede. Es como revivir a un muerto.
Del otro lado 7
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Edgar no quería ser como su papá que la mayor parte del día y de la noche
se la pasaba en la calle, apostando en el frontón y los billares o
financiando ...
Hace 9 años
1 comenterios:
Básicamente eres un zombie emo... pero la verdad.. creo que te quiero mucho así que a mí me da igual
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