No me busques afuera,
búscame en ti.

Es que los meses pasan como si la suma de los días ocurriera por otro lado. Y no lo digo por mi súbita ocurrencia de acortar, institucionalmente, las semanas de siete a seis días. Igual es algo que nunca tuvo que ver con las semanas; de pronto, pasó un mes.

Yo sé que tú me has dado
mucho más de lo que merezco
y de lo que no.

(...)
Ya sabes que me ha dado
por buscarme
y encontrar mi suerte en donde no.

(...)
No hagas más preguntas,
toma todo.
Y en la madrugada
piensa en mí.

Toma lo que no te ofrecí. Lo que tenía bien guardado para todo lo que esperaba, para todo lo que llegó habiéndolo deseado. Sin dudar. Sin sorpresas. Sí, eso, yo te estaba esperando. Eres tú esperándome en el andén de la soledad y son tus labios que soñé. Son tus manos, son tus nosés, son tus lágrimas que bien se supieron conducir al auricular, son los besos en los párpados como un baño para ver la realidad como debería ser para todos, son mis cómoteespero. Es, en fin, todas tus virtudes. Toma nota, anótalo por ahí. Y nunca olvides.

Cada que pienso en ti
yo sé que me estás mirando.

Es extraño cómo uno puede hojear su vida y saltarse los capítulos que no le gustaron. Es una especie de retrospectiva selectiva. Es contar la parte bonita del cuento. Yo siento como si mis manos estuvieran programadas, por cierto artilugio de la casualidad o, si quieres, destino, a posar para las tuyas. Es ese momento único en el que te siento tan parte de mí y tan forrado a tu lado en unas cobijas blancas. Es como si en lugar de saltarse las partes feas uno repitiera la misma canción, sin cansancio. Sentí la estrepitosa necesidad de pasar frente a ti como un péndulo marcándote que ya era hora. Ahora. Pero estando ahí, uno nunca sabe. ¿Fui yo o fuiste tú? ¿En qué parte de la generación o, dicho de una manera más teórica pero mucho menos retórica, qué evento insignificante del universo tuvo el poder potencial, y por ahora efectivo, de desencadenar una ola de eventos que alteren el sistema completo? ¿Cuándo fue que pisamos la mariposa? ¿En qué momento se nos cayó la moneda para que el tiempo lo considerara un volado? Yo me di por vencedor. No por vencido, que aunque convencido de la inoperante realidad, nunca fue, digamos, merecimiento para agachar la frente, dar media vuelta y retirarse. Hay veces que todos los desvaríos de mi cabeza, la resaca de mi imaginación o, en todo caso, la desfundamentalizada forma de crear en creer (o viceversa), tiene mucho o todo que ver en todo lo que anteriormente he dicho. En esa cosa que dices que dije y que me preguntas que si no me arrepiento.

Por todo eso, nunca. Por llevarte en partes el corazón, tampoco.