168 horas, post 168 II

Es bastante triste que estas lagunas creativas (si es que son creativas o si lejos de ser lagunas más bien son destellos de lucidez) me ataquen ahora. Justo cuando tengo mucho qué decir pero no tengo forma de contarlo. Siempre me opuse a los relatos acerca de travesías, aunque no sé cómo es que he llegado entonces hasta aquí. Tres o cuatro blogs, cerca de mil post y aún sigo haciendo lo mismo.

Sucede que después del fabuloso día con el Eich, partí jubiloso hacia Hermosillo para de ahí ir con mi nena hacia Pto Peñasco. La escena fue así; fisho llega a las 6.40 al aeropuerto de Hermosillo y el autobús salía a las 7. Llego a los taxis.

-Cuánto a la central.
-170.
-No, es muy caro.
-Entra y pregunta a ver qué te dicen.
-Se los pago pero si llega antes de las 7 (AHHHH, PUTOOOO?).
-Oquei.

Y ahí vamos en megachinga recorriendo la ciudad de la que tanto me habla Jan hasta la central de autobuses.

-Cuánto cuesta el autobus?
-No sé, yo cobro los boletos.
-Ah, pendeja, órale ya cóbrame.
-Son 170 papasito.
-Oquei.

Subo y los hijos de puta no me pidieron mi boletito. Pos que se vayan mucho a Puerto Peñasco. Dormí como un lirón, llegué a Peñasco y vi a mi chavita. Ahí esperándome como hace unos meses. Esta vez tampoco la saludé, creo, pero nos dimos un beso en los labios. De esos que desentumen a cualquiera.

De ahí nos subimos a una camioneta y atravezamos un desierto. A esas alturas del país uno ve desierto y se siente perseguido por la migra. Pero no, no pasó a más. Después de otras 4 horas de camino llegamos a un lugar llamado "El golfo de Santa Clara", sin bajarnos de la camioneta, llegamos a la playa, reversazo y de nuevo hacia peñasco. El aventurón. Pero bueno, vale la pena porque mi novia dice que me quedé jetón y me andaba chiqueando. Yo ni me acuerdo, yo soñaba que por fin la había visto otra vez.

Pasado mañana:
Oh, no, por Dios. Auxilio. (O manual para salir con vida de la casa de tus suegros)