el soberano

Dicen de la inspiración y bueno, yo nunca creí mucho en ello. lo que he creído que ha sido inspirado, finalmente era más bien un ejercicio de autoconvencimiento, yo que sé, estirar más de lo que quise.

al vuelo, que escribí a estas alturas, que formaba parte de una apología de ti, fue de las cosas que más cuidado he tenido a la hora de escribir, por eso los tachones. No es falta de conformismo, sino que prefiero resguardarme en la irresponsabilidad y luego arrepentirme, nunca firmar lo que he dicho.

hoy ya no.

Cuando el amor, con amor se paga.
En el viaje venía lamentándome que me traje poco de ti. Aunque puedo decir que lo traje todo, pero te quise meter en mi morralito aunque no cupieras. Ahorita que de la correa me escupe y me embarra del olor a tu cuello.

Nunca es fácil las despedidas. Nunca me gustaron, pero ni hablar. Eso de tener que asomarse por la ventanilla y gesticular como nunca para que me logres entender aunque todo ya lo supieras. Alejarme y pensar que esta parte de mi vida, la que va más al norte, es la que más me ha gustado hasta ahora.

Es eso y el fin de semana. El estar uniformados con un listón rojo, es la ventana entumida de vapor a las 10 de la mañana, es el charco en el jardín de tu ombligo. Es el incendio en los labios, son tus manos, las interrupciones durante el club de la pelea, es el malecón acordonado por nuestras manos, es la noche que se nos hizo muy noche por quedarnos dormidos. Es un delfín moribundo, es la punta del país a nuestros pies. Es navegar en tus duuuuuuuuuulces aguas.

la sonrisa de tus cuatro labios sabios porque saben suave.



Punto y aparte. Felices cuarenta y diecinueve.
Al flaco calavérico, muchas felicidades. Nunca te nos mueras, carajo.