El fresno
Eran las ocho con veintisiete minutos, todo calmado después de tener que despachara decenas de coches que ya bien podrían calificar para piezas de museo. A veces llegan unos pidiendo gasolina que ya nisiquiera se produce. Que diesel. No, alto octanaje.
Por obra de la casualidad y por la necesidad de dinero, terminé trabajando en esta gasolinera que está en la Colonia del Fresno. Es bastante humilde y a su vez es sola, como si quien viviera aquí quisiera ocultar su miseria y no salir de sus casas o permanecer lejos de ahí.
El sol ya estaba por irse a dormir y yo por irme a la escuela. A mis 19 años todavía no termino la secundaria… por las noches entraba al CEA que es una escuelita a la que acude gente de mi edad, que por azares del destino y obra de la casualidad jamás se permitió agotarse en estudios como pocos privilegiados lo pueden hacer. En mi caso me salí de la secundaria porque entonces me encontraron culpable de varios delitos que no vale la pena enunciar (y menos recordar). Estuve preso un año y ocho meses y cuando salí supuse que ya era demasiado tarde para volver a la Secundaria 124 que fue donde conocí a Claudia.
Llego a la conclusión de que tal vez fue un error dejar la escuela. Más que dejarla haber conocido a Claudia… o mejor dicho, nunca me dejó nada bueno entrar a esa secundaria en particular. No me arrepiento de haberla visto por primera vez, el primer día de clases, enclaustrada en el anonimato como un mensaje en una botella perdido en el mar en pos de algún náufrago que la descubriera. Ella, mi naufragio, su espera y mi tesoro.
Entonces yo empezaba con mi ventajos carrera delictiva. Tal vez si en algún momento me hubiera puesto a pensar que aquello de robar me era más provechoso - o por lo menos más remunerado - que ir a la secundaria jamás hubiera hablado con ella. He de decir que Claudia sacó provecho de su condición y a manera de venganza civil, me robó el corazón. Yo no sabía hasta ese momento lo que era sentir el corazón latiendo a manera estrepitosa para después convertirse en fuego y consumirse. Para mí las niñas, hasta ese momento, no tenían ninguna función práctica que no fuera mirarle los calzones debajo de las escaleras.
Lo primero que recuerdo que ella me dijo fue que yo olía mal. Desde entonces los aromas jamás volvieron a pasar tan desapercibidos. En el tutelar para menores era de esas cosas que de verdad añoraba, el perfumito que Claudia usaba que olía como si ella se acabara de bañar, el aroma en forma de estela que pasaba al lado de mí. Una aurora viajante, desgastándose en recuerdos.
No me acuerdo cómo fue ni por qué terminé amándole. Me parecía excesivamente frágil. No me acuerdo ni siquiera del día en que le di el primer beso que desencadenó una fatídica semana en la que no nos hablamos para después recibir una sorpresa en un papelito extraído de un cuaderno cuadriculado que me decía “Por que lla no me ablas, menso?”. De ahí para acá Claudia no se ha separado ni un pelito de mí. Cuando estuve en la cárcel no me podía ir a visitar porque el penal estaba lejísimos de su casa y los días de visita eran los martes y los miércoles por la tarde y ella no podía.
Dieron las ocho y media y yo tenía que ir al CEA para seguirle con mis estudios en la secundaria abierta. Siempre me iba para allá caminando, a pesar de lo lúgubre de las calles. Me gustaba pasar cerca de los tacos de Don Jesús porque olían muy bien. A veces cuando tenía dinero cenaba con él. Me iba caminando, además, porque pasaba por el puente que está debajo de la Fábrica de aceite que de noche prende sus luces y hacemos intercambio de luz y sombra. Además con el sol ocultándose y el cielo casi negro, la fábrica se ve bastante bien de noche. Todo urbano, todo vivo, como un gigante desolado ávido de cariño.
Este era el itinerario de lunes a viernes, llegaban días de insólita costumbre que olvidaba ver la Fábrica… Los sábados por la noche me iba al Estadio Jalisco a ver al Atlas jugar, porque yo no tengo cable ni sky y no tengo otra forma de verlo hasta el día siguiente en el periódico que regalan en los camiones. El futbol acá es una extensión de nuestro génesis. La pasión se gestiona a partir de nombrar mi ciudad, viceversa.
Del otro lado 7
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Edgar no quería ser como su papá que la mayor parte del día y de la noche
se la pasaba en la calle, apostando en el frontón y los billares o
financiando ...
Hace 9 años
2 comenterios:
Mi mamá tiene sky en su tv y a mi me deja con dos miseros canales en la mia y luego me voy a su cuarto a ver animal planet :P y me corre por que dice que subo los pies cochinos ala cama, que pedo ahi? :/.
Echate ya la segunda parte.
primera vez que leeo un post medio larguito sin aburrirme y pasarme a otro parrafo. Venga la segundaaaaaaaa parteee!
Un beso rephenéphe!.
Y contabas los pasos?? :?
Saludos!! (:
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