Entonces su nave despegó y él no tuvo más remedio que darle la espalda. Entre distancias macrocósmicas, la incertidumbre que nublaba su pensar se convertía en irrelevante como su gravedad.
Así que un día la nostalgia lo invadió al mismo tiempo que terminó por conocer la luna. A distancias macrocósmicas, un temor le invadió sintiéndose abandonado por sí mismo. Se logró ver a sí mismo a través de un telescopio y se miró convertirse en su peor miedo. Aunque lejos, la rabia en sus puños seguía siendo tan humana como el calor de las sábanas.
Animado por un desvelo que tuvo cierta mañana, decidió irse a otro lugar y no regresar. Se preguntó si era de mala educación irse sin una despedida protocolaria, pero realmente no tenía a quién decirle adiós que no fuera a sí mismo.
Del otro lado 7
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Edgar no quería ser como su papá que la mayor parte del día y de la noche
se la pasaba en la calle, apostando en el frontón y los billares o
financiando ...
Hace 9 años
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